Amantes de la simplicidad y la concordia

Desierto – Éxodo | Enrique Mirones | 2002

Un año más hacemos memoria festiva de nuestros fundadores. En las monjas y monjes, en la gran familia que hoy encarnamos la vida cisterciense, reconocemos viva y presente su intuición vital. La pasión que nos mueve a cada uno de nosotros es semejante a la de nuestros predecesores en lo que respecta a esa exploración del rostro interior de la vida monástica. Como en el s. XII, nos interesa la experiencia vital, nos cautiva poder saborear la vida con asombro, admiración y reverencia.

Dicen los estudiosos, que aquellos hombres que se establecieron en el Nuevo Monasterio valoraban ante todo la interioridad, la subjetividad y la experiencia personal. Se movían en la ola de un creciente interés por la afectividad y la relación, tanto con Dios como con los hombres. Su aspiración última era la concordia, buscaban la unión con Dios, la unidad en la comunidad, la unanimidad de la orden, la comunión con la Iglesia universal y el sentimiento de ser uno con el todo. Su éxito residió en responder al reclamo de una conciencia de sí mismo que emergía irrefrenable. Muchos de los que se acercaban a Císter para ser monjes, querían sentir algo. En cierto sentido, al buscar a Dios, esperaban encontrarse también a sí mismos.

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La oración como escuela de esperanza

Santos Fundadores del Císter

En esta tarde de sábado, con la oración de las vísperas, hemos empezado la celebración de nuestros santos fundadores, Roberto, Alberico y Esteban, que, a partir de 1098, fueron los tres primeros abades del Nuevo Monasterio, una nueva fundación monástica que dio origen al Orden de Císter. En el contexto de esta fiesta, nuestro abad general, Dom Bernardus Peeters, envía una carta a toda la Orden. Va dirigida a los monjes y monjas, pero creemos que es un texto interesante para todos los que se interesan por el carisma cisterciense y por tema de la oración. La compartimos con mucho gusto. ¡Buena lectura!


Hermanos y Hermanas,

A mediados del Adviento, la Casa Generalicia recibió el hermoso don de un icono de nuestros Santos Fundadores, escrito por Hna. Suzanne Mattiuzzo, de la comunidad de Redwoods (EE. UU.). El icono fue escrito sobre una tabla procedente de la ciudad ucraniana de Kharkov, una de las muchas ciudades de la tierra donde la guerra y la violencia han causado tanta devastación. Junto con nuestros Santos Fundadores, en medio de este mundo roto, vivimos nuestro carisma cisterciense.

En este icono, vemos a nuestros Santos Fundadores con San Alberico en el centro, dando un paso adelante. Se acerca a nosotros, los espectadores, como si quisiera compartir con nosotros el carisma que ha recibido. Cabe preguntarse qué hacemos con este don en nuestro tiempo.

¿Cuál es este don que nos han dado nuestros Santos Fundadores?

Texto completo en pdf

 

 

“Sois preciosos a mis ojos y Yo os amo”

 

Para la primera comunidad cristiana, Jesús es el esposo del pueblo, Juan es sólo el amigo del esposo, quien le prepara el camino. Con estas imágenes los discípulos de Jesús trataron de zanjar la polémica que mantenían con los seguidores del Bautista, en torno a la preeminencia de uno de los maestros sobre el otro. Jesús fue bautizado por Juan, lo cual significaría un reconocimiento implícito de la autoridad de este último, pero, a diferencia de él, el maestro de Nazaret bautiza, no con agua, como Juan, sino con Espíritu Santo, comunicando la misma vida divina, haciendo nacer de Dios.

El bautismo con agua constituía un rito simbólico de muerte-renacimiento: la persona introducida en el agua era sepultada para salir limpia y renovada. El bautismo era imagen de una vida nueva. Sin embargo, con Jesús ocurre algo diferente. No se trata ya de un rito, sino de una realidad: la misma vida de Dios en nosotros.

Pero, aún así, no deja de cuestionarnos por qué se hizo bautizar Jesús. Sabemos que Juan predicaba un bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados. Sin embargo, Jesús declaraba que ‘el Padre y yo somos una sola cosa’. ¿Cómo pudo entonces aceptar y pedir que lo confundieran con los pecadores para ser purificado de unas faltas que no había cometido?

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A un niño llorando al yelo

Francisco Guerrero (1528-1599): A un niño llorando al yelo (1589)
La Trulla de Bozes
Director: Carlos Sandúa


A un niño llorando al yelo
van tres Reyes a adorar,
porqu’ el niño puede dar
reynos, vida, gloria y çielo.
Nasçe con tanta baxeza,
aunqu’ es poderoso Rey,
porque nos da ya por ley
abatimento y pobreza.
Por eso llorando al yelo
van tres Reyes a adorar,
porqu’ el niño puede dar
reynos, vida, gloria y çielo.
Alma, venid también vos
a adorar tan alto nombre,
veréis que este niño es hombre
y mayorazgo de Dios.
Y aunque pobre y pequeñuelo
le van Reyes a adorar,
porqu’ el niño puede dar
reynos, vida, gloria y çielo.

Ser luz de Cristo para los que buscan la luz

Adoración de los Magos | sarcófago romano del siglo IV

 

La gran revelación de la Epifanía es que Dios es el único salvador de la humanidad. Él nos creó y nos rescató comunicándonos su misma vida divina en su Hijo encarnado, luz que ilumina a todo el mundo.

La gran promesa del profeta Isaías. «Levántate, brilla, que tu luz ya llegó; sí, la gloria del Señor resplandece sobre ti». Esta promesa ya está cumplida y hoy celebramos su manifestación a todos los pueblos. Todos somos llamados a gozar del esplendor de la salvación de Cristo.

El mensaje central en lo que todo converge es Jesús, el único Salvador. Los regalos de los Magos fueron simbolizados por los Padres como la realeza, la divinidad y la pasión. Y la docilidad de los gentiles en el reconocimiento de la salvación se contrapone a la actitud de Jerusalén, que se turba, se inquieta ante ese desconocido rey buscado por unos extranjeros.

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La Palabra encarnada, fuerza y luz de nuestra esperanza

Maqueta para la tarjeta de Navidad | Maurice Raymond | 1957

Me gusta mucho hablar con un amigo no creyente, me gusta porque escucharlo porque es un hombre de convicciones muy profundas y de una gran objetividad cuando hace un análisis del tiempo presente y, sobre todo, me gusta escucharlo porque negando a Dios, con su vida lo proclama, lo engrandece y, sin él saberlo, deja a Dios ser Dios. En él se manifiesta la presencia del Dios encarnado en nuestras vidas. Una presencia que se muestra en su profunda calidad humana, en su sentimiento de la justicia, en su bondad, en su comunión con el dolor del mundo. Más de una vez me tiene dicho: «Escucha: viendo el mundo como está, bien do tanta podredumbre, el desánimo quiere entrar dentro de mí, pero no sé qué me pasa que llevo dentro de mí una fuerza interior que hace que siga manteniendo la esperanza de que un mundo mejor es posible y que merece la pena seguir luchando y esto hace que no me deje llevar por el desánimo». ¿Tú qué dices? Pues que eres un ateo teísta. Ya empezamos, me dice él, y nos echamos a reír.

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Fortalece nuestra fe y nuestra esperanza

La mère et l’enfant | Jean-Pierre Augier

Te saludamos Virgen María, Madre de Dios, Madre de los hombres, Reina de la Paz. Bendecimos tu nombre, alabamos tu maternidad divina, agradecemos tu presencia en medio del pueblo santo de Dios.

Damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que te ha constituido en Madre de todos los vivientes en el momento en el que el Hijo amado nos eleva a la dignidad de hijos adoptivos por su amor entrañable hacia nosotros.

Te saludamos, Madre, en este primer día del año desde este lugar que lleva el nombre de Santa María de Sobrado, unidos a todos nuestros monasterios, unidos a todas las comunidades eclesiales y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad para recoger con ellos, en el regazo de nuestra oración «Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de los que sufren».

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Historia de la Navidad

Heinrich Schütz (1585–1672): Weihnachtshistorie SWV 435 (1660)
Isabel Schicketanz, Soprano. Jonathan Mayenschein, Alto. Georg Poplutz, Tenor (Evangelista) Tobias Mäthger, Tenor. Martin Schicketanz, Bajo. Conjunto instrumental y Coro de Cámara de Dresde. Director: Hans-Christoph Rademann.
Grabación: Iglesia de Santa Ana, Dresde. 2021

Viajando hacia su propia Jerusalén

Formas circulares | Robert Delaunay | 1930

Hoy, en contexto de Navidad, celebramos la fiesta de la familia de Nazaret. Fiesta que quiere reforzar la verdad de la encarnación: que Jesús comparte nuestra vida en circunstancias semejantes a las de los demás seres humanos. No se trata de presentar ninguna visión idealizada de familia. Las idealizaciones se alimentan de lo que en nosotros no está reconciliado y no es aceptado y, por lo tanto, solo generan sufrimiento. La vida de cada uno de nosotros, tal y como es, es donde podemos tocar hoy el Verbo hecho carne.

Crear una imagen ideal, apoyándonos en Jesús o en su familia, es justamente el movimiento contrario al que está en el origen del Misterio de la Navidad. Si Dios se hizo historia, es una contradicción que nosotros tengamos que huir de nuestra historia para encontrarlo. Jesús no es un modelo externo que se nos impone, es, al revés, la posibilidad que se nos ofrece de, desde nuestra más concreta realidad, tocar la presencia de Dios como acontecimiento en el acontecer de nuestras vidas.

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