La palabra Mantra se ha universalizado desde su origen en las culturas de la India. Ha sido como la palabra Sunami, todo el mundo sabe ahora que significa aunque en nuestra cultura tuviésemos palabras propias para designar esos conceptos.
He preferido comenzar señalando lo obvio para introducir esta serie de obras que ocupan en los últimos años el centro de mi actividad pictórica y que se han convertido para mi en el camino escogido para expresar humildemente mis búsquedas, dudas, tristezas, esperanzas, pobrezas y asombros ante el paso de Dios por mi vida y la vida del mundo.
Desde que comencé a pintar creo que he pasado por unas cuantas etapas que percibo interrelacionadas entre si: un aprendizaje que perseguía un objetivo, ir purificando el lenguaje propio para dejar que solo hablara lo mas hondo desde donde el Espíritu gime sin palabras.
La primera etapa Depositum Fidei estuvo quizás más marcada por el redescubrimiento de lo creado en sí mismo, en las huellas del creador en las cosas, en la celebración de la vida y en su hermandad intrínseca con la muerte: Lo infinito en lo finito.
La segunda etapa Desierto era intentar invitar al desafío que presenta la vida a todo ser humano: no huyas, no tengas miedo, vence tu resistencia y ven, te llamo.
…Y que pasa una vez has entrado en el desierto, se han disipado las brumas y te encuentras en tu mismidad ante la inmensidad…
…te quedas sin palabras literalmente, solo puedes balbucear y dejar hacer, permanecer y dejar hacer, perseverar y dejar hacer, ni siquiera preguntarte, y confiar. Aceptar la monotonía de los días sabiendo que Dios va tejiendo la historia, haciendo tu trabajo –el que sea– con la entrega, el entusiasmo y la falta de intereses del niño. Repitiendo una y otra vez el mismo gesto sobre el soporte como una oración interminable que es la propia vida y la historia del mundo.
Una bella forma de descubrir como Dios y el hombre van de la mano escribiendo la historia de cada día sin un guión prefijado. Creando un tejido que solo tiene vida en cada uno y que se va haciendo en cada momento sin que sepamos como y sin ninguna especial capacidad, o virtud, o conocimiento, simplemente la persona que somos perseverando cada día en manos de Dios, en el abandono a la confianza de que todo terminara bien porque todo esta tejido. Aunque no sepamos verlo.
ENRIQUE MIRONES DÍEZ