El discurso “del Pan de Vida”, que Juan pone en boca de Jesús, sigue el mismo esquema que los demás discursos y “milagros-señales” que le es propio: Intentan iluminar e instruir a su comunidades, las “joánicas”, sobre la realidad profunda de la persona de Jesús. Todavía están vivas las discrepancias entre los nuevos cristianos y los judaizantes. Este evangelio de Juan, ha conservado el recuerdo de una fuerte crisis entre los seguidores de Jesús. Poco sabemos cuál fue la raíz de la crisis. A los discípulos les resulta duro su modo de hablar. “muchos discípulos suyos se echaron atrás«. Jesús experimenta que sus palabras no tienen la fuerza deseada. Sin embargo, no retira sus palabras sino que se reafirma más: «Las palabras que os he dicho son espíritu y son vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen«. Sus palabras parecen duras pero transmiten vida, contienen Espíritu de Dios.
A Jesús no le inquieta el fracaso. Dirigiéndose a los Doce les hace la pregunta decisiva: «¿También vosotros queréis marcharos?«. Sus discípulos no han de ser siervos sino amigos. Si quieren puede volver a sus casas.
Una vez más Pedro responde en nombre de todos. Su respuesta es, sincera, humilde, sensata, propia de un discípulo que conoce a Jesús lo suficiente como para no abandonarlo. Su actitud puede todavía hoy ayudar a quienes con fe vacilante se plantean prescindir de toda fe.
«Señor, ¿a quién vamos a acudir?«. No tiene sentido abandonar a Jesús de cualquier manera, sin haber encontrado un maestro mejor y más convincente: Si no siguen a Jesús se quedarán sin saber a quién seguir. No se han de precipitar. No es bueno quedarse sin luz ni guía en la vida.
Pedro es realista. ¿Es bueno abandonar a Jesús sin haber encontrado una esperanza más convincente y atractiva? ¿Basta sustituirlo por un estilo de vida rebajada, sin apenas metas ni horizonte? ¿Es mejor vivir sin preguntas, planteamientos ni búsqueda de ninguna clase?
Hay algo que Pedro no olvida: «Tú tienes palabras de vida eterna«. Siente que las palabras de Jesús no son palabras vacías ni engañosas. Junto a él han descubierto la vida de otra manera. Su mensaje les ha abierto a la vida eterna. ¿Con qué podrían sustituir el Evangelio de Jesús?
Pedro recuerda, por último, la experiencia fundamental. Al convivir con Jesús han descubierto que viene del misterio de Dios. Desde lejos, a distancia, desde la indiferencia o el desinterés no se puede reconocer el misterio que se encierra en Jesús. Los Doce lo han tratado de cerca. Por eso pueden decir: «Nosotros creemos y sabemos«. Seguirán junto a Jesús. Y nosotros ¿Qué pensamos hacer? ¿Seguir o abandonar? ¡Depende de cada uno!
Fotografía: https://www.monasteriodesobrado.org/wp-content/uploads/2018/07/demo-img.jpg