En esta celebración del funeral del hermano Víctor nos confrontamos una vez más con el misterio insondable de la muerte y de la vida. La muerte nos acompaña, nos persigue, es nuestra eterna compañera. No podemos escapar a ella. Al nacer sabemos con certeza que nos vamos a morir, aunque sea totalmente incierta la fecha de nuestra muerte.
La muerte nos recuerda las cosas importantes que tenemos, de esta manera se nos hace mucho más fácil perdonar, olvidar, darnos cuenta de las estupideces que tantas veces nos obsesionan y nos hacen desperdiciar nuestra vida. La muerte nos recuerda también lo tremendamente significativas que son determinadas personas para nosotros y cómo creemos que no podríamos vivir sin ellas.
El paso de Dios por la vida del hermano Víctor es para nosotros icono de una existencia amorosa que contempla la muerte como una realidad evidente, que forma parte de la vida. Víctor era nuestro decano en Sobrado. Llevaba 58 años, siendo una referencia insustituible en la comunidad y en el pueblo. Ha sido una piedra angular en la reconstrucción del monasterio, y ha sido también una piedra angular en la construcción de la comunidad en la que ha dejado entre nosotros su impronta reconciliadora, tierna y maternal. Su existencia nos enseña a afrontar la vida y la muerte con alegría, afabilidad y discreción como lo hizo él. Nos invita a aprender este arte del bien vivir y esta sabiduría del bien morir que nos conducirán a la plenitud humana y a ser glorificados por Dios en el último día.
Víctor nos ha legado en su último mes largo de vida en el hospital y el último día en casa, un tesoro impagable. Como si de él emanase, en torno suyo se creó una atmósfera de generosidad, respeto, paz y solidaridad que sin duda tenía mucho que ver con su talante bondadoso, acogedor y conciliador. Hay cosas que no se improvisan.
En este día en el que celebramos el paso de Víctor al Padre, están con nosotros su familia para decirle su último adiós, junto a todos los amigos y vecinos que nos acompañáis en su Pascua y que habéis derrochado con él, con tanto amor y ternura, lo mejor de vosotros. Que el Señor os traiga a todos y a esta casa el consuelo y la esperanza, y a Víctor le conceda la paz y el descanso eternos.
«La muerte no es nada. Yo sólo me he ido a la habitación de al lado. Yo soy yo, tú eres tú. Lo que éramos el uno para el otro, lo seguimos siendo.
Llámame por el nombre que me has llamado siempre, háblame como siempre lo has hecho. No lo hagas con un tono diferente, de manera solemne o triste.
Sigue riéndote de lo que nos hacía reír juntos. Que se pronuncie mi nombre en casa como siempre lo ha sido, sin énfasis ninguno, sin rastro de sombra.
La vida es lo que es lo que siempre ha sido. El hilo no está cortado. ¿Por qué estaría yo fuera de tu mente, simplemente porque estoy fuera de tu vista?
Te espero… No estoy lejos, justo del otro lado del camino… Ves, todo va bien. Volverás a encontrar mi corazón. Volverás a encontrar mi ternura acentuada. Enjuaga tus lágrimas y no llores si me amas.»(San Agustín)
Y para terminar, a todos los que aquí estamos, caminantes en esta tierra, nos toca hacernos la vida más llevadera, más fácil; comprometernos a querernos desde lo que somos y quienes somos, sin intentar que los demás se amolden a nuestros gustos y querencias. Al final, nos vamos a ir solos, en silencio. Nos tocará un día atravesar el túnel que nos dejará en otra tierra desconocida y que tanto miedo nos da. Por eso, es ahora cuando nos tenemos que dar la mano para ayudarnos a recorrer nuestro camino y nuestro proyecto de vida.
Que la Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, de quien fue tan devoto Víctor, nos conceda la certeza de la vida nueva y definitiva de la que Víctor está gozando ya. Que así sea.
Que así sea. Hermano Víctor, ruega por nosotros….
Paz descanso y buen tránsito a lo Eterno.
Su sonrisa y acogida siempre estará ahí. Gracias por su vida y su testimonio.
Víctor sólo me sale decirte que te quiero y que nos dejas un poco huérfanos. Yo se que nuestro llanto supone un alivio y ahora hay que seguir. Me va a costar pasar por la portería…mucho y recordar nuestros buenos ratos…esta Navidad me falta tu felicitación. Un abrazo a ti y a toda la comunidad!!!!
Comparto totalmente la reflexión del Padre Jaime. Desde que nacemos tenemos fecha de caducidad que sólo Él sabe cuando va a ser.
Desde mi experiencia no hace mucho (15 Noviembre), en que tuve un accidente de tráfico, me dio por detrás un camión, y con la inercia de empotró contra una pared, esas cosas te hacen dar cuenta del «aviso» que de una forma u otra Dios te avisa. Ya sabemos que el Señor se vale de muchas maneras para «Avisarte», para que intentes reconducir un poco tu vida. Conocí personalmente al Hno. Víctor, y desde que voy por Sobrado, siempre, al igual que la Comunidad, me trató con amabilidad y desde el primer día hicimos buenas «amistades».
De todo corazón siento su pérdida.
Francisco
Solo el icono es de Xaime; la homilía es de Carlos, el prior.
Descanse en la paz del Señor.
Recientemente a raíz de una enfermedad pasajera pero que me ha hecho pensar, me he dado cuenta de lo relativo que es todo. He tenido que cancelar reuniones, clases, viajes, etc. De repente todo se vuelve carente de importancia y sólo lo importante adquiere relevancia. La muerte, la idea de la muerte, me ha rondado y me ha hecho pensar. Vivimos ciclos de cincuenta años, en los que estamos todos, asistimos a bodas, bautizos y funerales, todos juntos. Ahora ya metidos en otro ciclo ya no queda nadie, ni abuelos, ni padres, ni tíos, algún primo ya va faltando, incluso amigos, de mi misma edad. Y e das cuenta de lo efímero que es todo.
Dep. Gracias hermanos!
Víctor se nos ha ido y está con nosotros. Tras un largo y penoso proceso de sufrimiento por sus enfermedades, se elevó al Señor desde su cama en el Monasterio de Sobrado. Ahí, en ese momento, Resucita el Hermano Víctor, de la mano de Jesús, El Primogénito. Dios no se lo ha llevado de la Tierra, este Cielo visible e invisible. Dios lodeja aquí entre nosotros…en el Monasterio de Sobrado…en nuestros Corazones. Jirones del Corazón del Hermano Víctor están por toda la Tierra. Su Gran Corazón, creado por Dios, ya va en su Enorme Alma…por el Cielo…en la Eternidad…y aún más allá…entre el Todo y la Nada…abriendo Puertas en la inmensidad del Reino…acompañado, de la mano, de la Santísima Trinidad y de la Virgen María.
Alguien, Todopoderoso, imprimió en el Alma del Hermano Víctor., le dio la Palabra… y esa PALABRA ES EL AMOR… «» Amor…Igual…!!! «». De esto , del Verbo, Víctor hizo su Consigna…acompañada de su Silencio y Sonrisa. Tiempos en el Monasterio de Sobrado…el Decano de los Monjes de Sobrado… con paciencia y con una Gran Humildad y Humanidad para entendernos a todos.
Víctor no descansa en PAZ…TIENE Y ESTÁ EN LA PAZ DE LO ETERNO, porque en la Eternidad, y aún Más Allá hasta donde continúan los puntos suspensivos sin paréntesis, Víctor sigue con sus llaves, con su Portería y abriendo el Corazón y su Alma.
Siempre en nuestro recuerdo.
Deus te tenha meu amigo.
Reconforta saber que Victor ha cerrado el eterno círculo de la vida y la muerte de manera recta,amorosa y compasiva (con pasión),toda la que puso en su vida diaria.Amigo,monje,vecino….. gracias y hasta siempre.