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Alma decepcionada de un joven | Ferdinand Hodler | 1891
El tema central de las lecturas de este domingo se centra sobre la indiferencia. La mirada fría de la indiferencia recorre la historia de la humanidad como un caballo apocalíptico hundiendo a millones de personas en situaciones de frustración, desesperación y muerte.
En esta parábola, que es una denuncia de Jesús de Nazaret ante la injusticia de los que viven a espaldas de los problemas y sufrimientos que se viven en cada etapa de la historia de la humanidad, en las cuales siempre son los parias de la historia los que sufren en sus carnes la injusticia del egoísmo y de la indiferencia de los poderosos de este mundo. Por eso es necesario entrar en el mensaje central y más profundo de esta parábola con respeto, humildad, temor y temblor.
Se nos está hablando de la ceguera y de la insensibilidad que la riqueza y la buena vida que lleva el que vive en el consumo y la opulencia, pero no solo la padecen los ricos de este mundo, cualquiera de nosotros puede caer en este pecado de la indiferencia. Hay excepciones, aunque sean pocas, pero todo el que vive en el derroche y en el consumismo sin fin, se vuelve insensible y ciego para ver el dolor y la humillación de tantos miles y miles de personas desamparadas, sin acceso a una educación, viviendo conflictos armados creados por los grandes de este mundo, hambrientas, vagando por el mundo en busca de un futuro que se les niega y avocadas a una muerte prematura e injusta. Es ley de vida -dice José María castillo-, la forma de vivir determina la forma de pensar y, sobre todo, aquello a lo que somos sensibles o insensibles.
Jesús de Nazaret nos mete de lleno en un problema que siempre está delante de nosotros y si no lo vemos es que estamos en la ceguera de los que no quieren ver más allá de la puerta de su casa, y si un ciego guía a otro ciego los dos van a caer en el hoyo. Tenemos que entender que la casa del rico de la parábola es una metáfora de la “casa interior” de cada uno, de su corazón; es dentro de nosotros en donde radica el problema. En la parábola al hombre rico no se le juzga por ser mala persona, por lo menos en su apariencia, de hecho, no manda que echen a Lázaro de su puerta, el problema era que Lázaro para él no existía. Ese era su pecado, la indiferencia y la frialdad de no sentir la más mínima compasión, de no darle ni tan siquiera las migajas que caían de su mesa. Los perros tienen un comportamiento más humano, ellos nunca abandonan a sus dueños.
La convicción profunda de Jesús es que, cuando la riqueza es disfrute excluyente de la abundancia, no hace crecer a las personas, sino que las deshumaniza, pues las va haciendo indiferentes e insolidarias a las desgracias ajenas. Era por eso que Él andaba siempre con la gente marginal dándoles todo el cariño y ternura de un corazón que comprende y acoge sobre sus espaldas a los más humildes y perdidos.
Son muchas las situaciones que se están viviendo en nuestra historia presente que reclaman una atención espacial. No podemos cerrarnos cada uno en nuestro pequeño mundo y quedarnos insensibles ante la frustración, la inseguridad y la desesperación de tanta gente que no ve una salida digna para su vida. La indiferencia no es solo darle la espalda a millones de desplazados por los múltiples motivos que los hace abandonar sus países, sino que los miramos con recelo y desprecio y no caemos en la cuenta que son hombres, mujeres y niños que están entre nosotros desarraigados, con sus angustias, necesidades y esperanzas y que solo nos gritan que desean sentirse personas acogidas y poder vivir con dignidad.
La indiferencia de los grandes es la que hace que no se mire el costo de la destrucción de nuestro ecosistema, la desaparición de especies de animales, aves y plantas que va en aumento y de los millones de toneladas de plástico y basura vertidos cada día en los océanos. La indiferencia es la que nos hace ciegos y sordos para no ver ni escuchar las voces que se levantan a lo largo de nuestro mundo denunciando la pasividad de tantos gobiernos que le dan la espalda a los problemas de las gentes y al calentamiento global de la madre tierra. Es el negacionismo producido por la avaricia de las grandes multinacionales que son auténticas devoradoras de hombres.
Cuando leemos el final de la parábola, no tenemos que pensar que Jesús quiere meternos miedo o describir los tormentos del infierno. No, nos está recordando a todos que en la vida puede haber «un demasiado tarde». Se nos pide vivir atentos y vigilantes a las señales que no llegan de los cuatro puntos cardinales, se nos pide que estemos bien dispuestos para un trabajo solidario y reparador. Abrir las puertas de nuestra casa interior, desperezar nuestra propia conciencia y sentir el grito de la tierra y de lo hermanos y hermanas que piden justicia, trabajo, pan, libertad y paz.
No lo olvidemos nunca: La indiferencia a lo largo de la historia es el origen de los peores crímenes de la humanidad. Y Jesús de Nazaret con esta parábola nos da la clave para paliar tanto destrozo y tanta injusticia.
Nuestra primera tarea es romper la indiferencia, que es lo opuesto a la compasión.
Vivir en cristiano es interesarme por mi hermano hasta dar la vida por él. Exactamente como Jesús hizo.
Contundente homilía para abrir nuestros ojos . Gracias por ella