1
Ha tenido lugar la confesión de Pedro y se van ya de la montaña. Jesús quiere instruir a los suyos durante el tercer viaje a Jerusalén, viaje definitivo, que pondrá en claro qué clase de Mesías es él y en qué acabará.
La lección que está dando Jesús es la de tomar y seguir siempre el ¨camino de Dios¨, la de estar a lo que Dios quiere, serle fiel hasta el final a pesar de los graves avatares de la inminente Pasión y muerte.
Por eso, el tercer viaje a la ¨Jerusalén que mata a los profetas¨ va a significar subir y subir… hasta el monte Calvario, que culminará divinamente en la Gloria de la Resurrección.
Cuando se les aparezca resucitado les recordará a los suyos que ya se lo tenía advertido. Con lo cual, la Resurrección da consistente esperanza al recorrido de nuestro propio camino, por dificultoso que nos pueda resultar.
2
Sube Jesús, los discípulos también…, pero de diversa manera:
Cómo subía Pedro, cómo subía Judas,
cómo subían tantos otros…
cómo subiríamos nosotros y cómo nos
sorprenderían los acontecimientos ulteriores…
Preguntas para la reflexión en el camino de la vida.
2. 1
Lo de la resurrección no lo entienden y lo de la Pasión y muerte les resulta espinoso.
Digamos que no se quieren enterar-
Están en otra cosa y en otra onda.
¨De qué hablabais en el camino¨, les pregunta Jesús. Callan… (Ellos buscan medrar, a la sombra del Maestro).
No lo airean, pero lo llegan a discutir acaloradamente entre ellos cuando se presenta la ocasión.
2. 2
Jesús, que se sabe muy unido al Padre , toma cariñosamente a un niño, el cual se siente acogido muy a gusto por él: con grande ternura y sencillez.
Está haciendo plásticamente una parábola en acción:
Dejarse querer por Dios requiere dejarle actuar libremente como un niño pequeñín, arrullado y tiernamente protegido y seguro.
3
Sigue Jesús su camino adentrándose en el misterio del Padre.
Avanza haciendo el bien, mientras le queda tiempo todavía.
Las dos acciones que llegarán al colmo de lo tolerable para los adversarios del Señor serán la resurrección de Lázaro y la curación del ciego de nacimiento.
De ahí a la cruz, un paso: fue su paso al Padre, que no lo abandonó, aunque las circunstancias y su propia experiencia en ellas parecían decir todo lo contrario.
En pleno sufrimiento, reinaba su amor por
nosotros y por el Padre, que lo mantenía Invicto ante tanto dolor físico y moral.
CAMINO DE CRUZ, CAMINO DE GLORIA
Y DE BIENAVENTURANZA
CUANDO SEGUIMOS AL SEÑOR
QUE NOS PRECEDE
Y AGUARDA
Gracias