La Natividad

Natividad con el anuncio a los pastores | Giovanni di Paolo | alrededor de 1440

Si la Noche Buena revelaba el nacimiento del Salvador, hoy podemos y debemos profundizar en esa gran noticia: El Hijo de Dios ha hecho de nosotros sus hermanos y llama incansablemente a todos los hombres.

Isaías nos habla del día de gloria para todo un pueblo que volvía del exilio con el Señor a la cabeza. Cuanta más gloria cuando se pondrá a la cabeza de todas las naciones para liberarlas. Después de 40 años de exilio el pueblo judío deportado en Babilonia se creía abandonado por Dios. ¡Qué gozo sentiría ese pueblo cuando conocido que su repatriación estaba cerca! Que pequeñas cosas revisten desde entonces toda su importancia: Los pasos del mensajero de la Buena Nueva, los gritos de las caravanas volviendo, la fiesta volviendo a dar vida a las viejas ruinas de Jerusalén. El que conoció eso podrá decir: “He visto al Señor” Estaba allí en esa fiesta, en el corazón de esta alegría. Estaba ahí el que consolaba y salvaba a su pueblo. Estaba ahí para revelar a los hombres su amor, un amor totalmente nuevo y absolutamente tierno y consolador.

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¡Felices Navidades!

 

El Niño que yace en el pesebre, inerme y abandonado al amor de sus criaturas, enteramente dependiente de ellas para ser alimentado, vestido y sustentado, sigue siendo el Creador y Soberano del Universo. Pero en esa su naturaleza humana quiere ser inerme, para que lo tomemos a nuestro cuidado. Pues aquí no se trata solo de apariencias. La pobreza del Niño y de su Madre, su soledad y su abandono en Belén, su necesidad de alimento y de ropa y de sustento son tan reales como nuestras necesidades y nuestras limitaciones. ¿Y por qué? Sobre todo, por la realidad de su amor. Ha abrazado nuestra pobreza y nuestra pena por amor a nosotros, para darnos sus riquezas y su gozo. Se ha hecho tan pobre como el más pobre de nosotros, para que nadie se eche atrás ante Él por falsa vergüenza. Pues el amor con que ese Niño divino nos ama es verdaderamente el amor de un niño humano, pero también, y con la misma verdad, el amor de nuestro Salvador y de nuestro Dios.

Thomas Merton

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Expectante alegría

Johann Sebastian Bach (1685-1750): Magnificat en re mayor, BWV 243 (1728-1731)
Christine Schäfer, soprano. Anna Korondi, soprano. Bernarda Fink, mezzo-soprano. Ian Bostridge, tenor. Christopher Maltman, barítono. Concentus Musicus Vienna. Coro Arnold Schoenberg. Director: Nikolaus Harnoncourt.
Grabación en vivo en la abadía benedictina de Melk, Austria, 2000.

Hoy nos encontramos ya en el último domingo del tiempo de Adviento, La liturgia de este día nos invita a mirar con expectante alegría y profunda reflexión la cercanía del misterio que estamos a punto de vivir: la venida de Jesucristo, el Salvador del mundo.

El relato de la Anunciación no solo nos introduce en el misterio de la Encarnación, sino que nos invita a reflexionar sobre la actitud de María y la disposición que ella tiene ante la voluntad de Dios. En este contexto, tres aspectos fundamentales de la fe cristiana emergen con claridad: la fe, la obediencia y la esperanza.

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Dejar sitio para el no saber

Obra de Silvidal Fila

Cuando nos quitan la alfombra de debajo de los pies, estamos en tierra de nadie. Lo teníamos todo controlado y, de repente, no sabemos ni dónde estamos ni qué va a pasar. Aterrorizados, nos reconstruimos y volvemos a la tierra firme conocida todo lo rápido que podemos. Cuando todo nuestro mundo está hecho trizas, se nos está dando una gran oportunidad. Pero, no confiamos lo su­ficiente y nuestra reacción habitual es hacer algo, cualquier cosa, hacer lo que sea para restaurar nuestra personalidad sólida e inmóvil, para recuperarnos, aunque ello suponga volver a malvivir con nuestra ira y resentimiento, con nuestro miedo y confusión. Cuando estamos a punto de entender algo, de permitir que nuestro corazón se abra de verdad, justo cuando tenemos la oportunidad de ver las cosas con claridad, nos ponemos una máscara y nos negamos a relajarnos, a reírnos y a dejar de tomarnos tan en serio.

Que todo se nos venga abajo es una prueba y también una especie de curación. Pensamos que la cuestión es pasar la prue­ba o superar el problema, pero en realidad las cosas no se re­suelven. Las cosas se caen a pedazos y después éstos se vuelven a juntar. Simplemente sucede así. La curación proviene del he­cho de dejar espacio para que todo esto ocurra: espacio para la pena y el alivio, espacio para la aflicción y la alegría. Lo más importante de todo es dejar sitio para el no saber. Si el que viene a bautizar con Espíritu Santo y fuego no construye la casa, en vano se cansan los albañiles.

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¡Ven, hermosa corona de alegría, no tardes!

Johann Sebastian Bach – Cantata BWV 61 para el primer domingo de Adviento «Nun komm, der Heiden Heiland» (Ven, Salvador de los gentiles)

Primera presentación: diciembre de 1714
Texto: Erdmann Neumeister 1714. 1: Martín Lutero, 1524. 4: Apocalipsis 3,20. 6: Philipp Nicolai, 1599
Solistas: Soprano, tenor y bajo. Coro, violines I/II, viola I/II, violonchelo, fagot y continuo.

Zsuzsi Tóth, soprano
Nicholas Mulroy, tenor
Peter Harvey, bajo
Coro y orquesta de la Netherlands Bach Society
Director: Jos van Veldhoven
Grabación: 30 de noviembre de 2013 en la iglesia Walloon (Amsterdam) Sigue leyendo

Concibir a Deus no corazón

Anunciación (det.) | Pintado por Xaime Lamas, monje de Sobrado

Texto en castellano

«Bendito sexa o Deus e Pai do noso Señor Xesús Cristo, que por medio de Cristo nos bendiciu no ceo con toda clase de bendicións do Espírito. Porque nos escolleu antes da formación do mundo, para que fósemos santos e sen chata perante El polo amor» (Ef 1, 3-4).

É bo agradecer a Deus seu amor que constantemente nos sanda das nosas debilidades. No seu corazón de Pai somos santos e sen tacha, fillos benqueridos, alegría dos seus ollos e do seu corazón.

Ninguén nace enfermo nin en pecado. ¿A caso pode saír algo malo ou impuro de corazón de Deus? A historia nos fala da degradación do ser humano como froito amargo da desobediencia, da soberbia, de querer se igual a Deus no coñecemento, en querer tocar o ceo coa obra das súas mans. Cando o home desterrou a Deus da súa vida, a desolación e a desesperanza cubriron a terra coma unha noite pecha e espesa. Do xardín das delicias e da harmonía pasamos a unha terra erma e chea de conflitos. Unha historia de guerra e de odios cainitas parece que nos perseguen. Pero en medio de tanta cegueira, Deus non esquece aos seu fillos e vai poñendo puntos de luz ao longo camiño da historia preñada de longas noites pechas e de friaxe invernal. Endexamais Deus permitiu que agonizase no corazón da humanidade a esperanza de ollar un novo día radiante de luz. O Deus connosco, o Enmanuel das promesas se nos anuncia para, coma o Bo Samaritano, sande ao ser humano caído e ferido polos ladróns da dignidade dos fillos e fillas amados de Deus. Se o núcleo mesmo está manchado, ferido, a figura de María na nosa historia da salvación como criatura Inmaculada, nos está a revelar a decisión de Deus de facer todo novo desde a raíz. A nova creación nos anuncia nunha criatura humana que vai a responder ao proxecto de Deus con un SÍ cheo de fe e esperanza en Aquel que lle pide humildemente permiso para realizar o milagre da vida na Encarnación do Verbo no seu seo.

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Estar atentos a novas posibilidades

Anunciación | Jean-Pierre Augier

Texto en castellano

Volvamos xa á luz… Debemos retornar ao corazón. Aí móstrasenos o camiño da salvación (San Bernardo).

O don do Advento, o Deus que ven por puro amor ao encontro da humanidade ferida, só se pode captar dende o corazón, entendido como o centro do noso ser, un lugar de intimidade, de vulnerabilidade e de transparencia, onde somos o que verdadeiramente somos e capaces de ver máis alá do que os nosos ollos deixan.

Retornar ao corazón é a condición para acoller a vida de maneira total, a vida cuxa xenerosidade estamos lonxe de recoñecer. Somos fillos dun Deus que nos sinala que somos peregrinos do infinito, o infinito inscrito en cada realidade que tocamos acotío. Non hai nada que non estea cheo de infinito. A vida propágase e ábrese á súa plenitude sempre que nos deixamos tocar ou que tocamos por amor, sempre que nos permitimos ser vulnerables e confiamos. A vida en abondo agárdanos no que nos parece imposible amar en nós e nos outros. Só no silencio do noso corazón podemos decatarnos da presenza do Deus que veu para que teñamos vida e para que a teñamos de abondo.

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La belleza es la brillante evidencia de la verdad

Obra de Enrique Mirones, monje de Sobrado

La verdad es una tierra sin caminos (Krishnamurti) Un mapa, más o menos acertado, nunca es el territorio. Y nadie puede conocer el territorio sin adentrarse en él, por muy claros que le parezcan los mapas que posee. La idea de la verdad, nunca es la verdad misma. La verdad transcurre por la vida, no absolutiza ninguna idea determinada. Frente al fanatismo, que denota encierro y estrechez, la verdad reclama apertura humilde, cuestionamiento y flexibilidad.

La verdad no puede ser pensada. Quien piensa la verdad, corre el riesgo de volverse fanático. La verdad nunca puede ser poseída, no solo no se deja atrapar, sino que nos desnuda de todas nuestras pretensiones. Sólo puede ser vivida. Quien la vive, es humilde. Humildad es caminar en verdad (Teresa de Ávila)

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Un corazón vixiante

 

Texto en castellano

Cando chegamos ao final do ano litúrxico, a Igrexa nos confronta cunha serie de textos que nos poden provocar distintas reaccións tanto positivas coma negativas: medo, porque os consideramos duros e cheos de ameazas. Indiferenza, porque pensamos que as formas apocalípticas non teñen sentido nin significado hoxe en día. Esperanza e vixilancia, porque manteñen desperta a nosa vida e a nosa fe se afianza en que as palabras de Xesús de Nazaré «NON PASARÁN». Pasan os séculos e as civilizacións, toda corrente de pensamento, todo tipo de modas, pero a Palabra do Señor non perde a súa forza liberadora e salvadora. É a que mantén viva a esperanza e a fe dos seus seguidores, é o alento dos pobres, a luz dos que viven na escuridade, as mans que salva aos que se afogan nas augas turbulentas do noso mundo. Porque como di o salmo responsorial: «Ti es, Señor, a miña herdade e a miña sorte, ti coidas do meu porvir… Teño o Señor sempre diante; con El á dereita non caerei».

No o esquezamos nunca: a Esperanza e a Vixilancia furan os grosos muros da angustiosa realidade e manteñen viva a nosa fe. Mais que dun final do mundo, os Evanxeos fálannos da FIN DUN MUNDO. É dicir: do caduco vai xurdindo unha nova etapa na historia da humanidade que se vai abrindo paso a pesar da resistencias dos que se opoñen a que as cousas troquen. Cada nova etapa da historia supón a superación e a morte de moitos valores que se creron que permanecerían inalterables, pero a forza renovadora da nova sabia nos vai dicindo que nada é inalterable ni nada permanece para sempre. Hai que abrir novos camiños e non vale dar couces contra o aguillón.

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Sobre el buen celo en la vida comunitaria

 

Celebramos un año más la consagración de nuestro altar en esta festividad solemne de los santos y santas que siguieron la RB.

Me preguntaba, ¿por qué nos cuesta tanto vivir, día a día, la tónica y el trasfondo del buen celo del que nos habla la RB? ¿Por qué nuestras relaciones no son más fluidas, más distendidas, por qué no están penetradas de este buen celo que tanto quisiéramos poseer? Es como si cada de uno de nosotros lleváramos el bien y el mal dentro: una dualidad que nos hace sufrir y que no queremos.

La vida común no es sencilla porque está expuesta a tensiones por cosas que no son esenciales y por actitudes intolerantes que hieren y no crean un clima de confianza. Y, sin embargo, nos sentimos llamados a vivir nuestras relaciones fraternas con el dinamismo del buen celo, con la ilusión de una misión muy concreta: la de ser testigos de lo que hemos visto y oído, del amor que ha sido derramado en nuestros corazones. Nuestro deseo es hacer de la existencia un camino de vida plena y fecunda. Hay demasiado sufrimiento y dolor en el mundo, demasiadas vidas rotas, sin sentido, como para añadir aún más penuria. Esta vida se nos regala para que la vivamos con intensidad, con una inefable dulzura de amor hacia nuestros hermanos y hacia todos los que se nos acercan.

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