Vivir el silencio como un valor orientado a la escucha del Silencioso, requiere empezar a construir la casa desde abajo, y no desde el tejado. Por eso es imprescindible poner unos medios, de lo más externo a lo más interno, que nos ayuden a cimentar la casa sobre roca.
Aquí encuentras una reflexión sobre el silencio – presentada en dos partes -, de Carlos Gutiérrez Cuartango, Prior del Monasterio de Sobrado.
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1. SILENCIO Y RELACIÓN CON UNO MISMO Y CON DIOS
El silencio es una observancia fundamental en la vida monástica. Cuando hablamos de observancia, enseguida lo asociamos a una norma o a una disciplina impuesta que se debe cumplir. Si nos quedamos sólo en que es una norma, en su cumplimiento, entenderemos el silencio de una manera muy superficial y raquítica. Tampoco vamos a hablar solamente de un silencio interior que no está sostenido por un ambiente externo de silencio, porque eso sería caer, igualmente, en una visión dualista del valor del silencio monástico. Seguir leyendo
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2. SILENCIO Y RELACIÓN CON LOS DEMÁS
Cito ahora a Joan Chittister: “El silencio es una de las piedras angulares de la vida y el desarrollo espiritual benedictinos, pero el propósito del silencio monástico no es no hablar. El propósito del silencio monástico, y del hablar monástico, es el respeto a los demás, el sentido del lugar, un espíritu de paz. La Regla de San Benito (RB) no llama al silencio absoluto, sino a un hablar juicioso. El capítulo 6 de la RB proporciona los principios en los que se basa esa “vigilancia de la lengua”. El silencio por su propio egoísmo aislador, el silencio pasivo-agresivo, el silencio insensible a las necesidades de los demás, no es el silencio benedictino. Seguir leyendo
Siempre escucho 60 segundos.
El material de retiros es demasiado profundo, gracias.
Me encomiendo a sus oraciones.