Fraternidad de Laicos Cistercienses

Cumpliendo nuestros quince años como Fraternidad de laicos cistercienses del Monasterio de Santa María de Sobrado, nos guiamos por el documento aprobado el día once del mes de septiembre 2022, durante el Capítulo General de la OCSO en Asís, por los delegados de las tres regiones lingüísticas reunidos con el Comité de Coordinación Internacional.
Documento que nos sirve de llamada constante en ese proceso de SER Laicos Cistercienses a nivel personal, comunitario, en compromiso universal…


Llevar el Carisma Cisterciense al Mundo

«El único modo de dar testimonio es… ser lo que somos en medio de las realidades banales y cotidianas». (Beato Christian de Chergé)

Tocados por los dones del Espíritu Santo en respuesta a una llamada personal, e inspirados por la belleza y la fraternidad de los lugares monásticos a los que estamos asociados, estamos aquí en la escuela cisterciense del amor. Buscamos la manera de adaptar e incorporar los hábitos cistercienses de oración, trabajo, lectio y contemplación en nuestra vida cotidiana.

El carisma cisterciense se caracteriza, en primer lugar, por la búsqueda individual de Dios que se realiza en comunidad, en el trabajo y la oración común que sostienen la comunidad, y en el silencio y la soledad de la oración contemplativa. Ello engendra la atención, la humildad, la gratitud y un profundo amor por todos los pueblos y, de hecho, por toda la creación. Los laicos cistercienses, con la orientación de nuestros consejeros monásticos, hallamos la manera de adaptar e incorporar a nuestra vida cotidiana los hábitos cistercienses de oración, trabajo, lectio y contemplación. El amor que caracteriza a las comunidades laicas cistercienses y nos alimenta, también caracteriza el modo de ser de cada miembro en el mundo.

Nuestras comunidades laicas son lugares de conversión permanente y escuelas de caridad donde aprendemos a seguir la regla de humildad, obediencia y disciplina establecida por San Benito en un camino continuo de crecimiento espiritual a través de la Lectio Divina, la oración personal y litúrgica, la sencillez de vida y la recepción de la Eucaristía. Nuestra forma de vida está anclada en la estabilidad, el ascetismo, la disciplina espiritual, la hospitalidad como servicio y el trabajo como medio de santificación. Así manifestamos los valores cistercienses en nuestra vida cotidiana a través de los compromisos que hemos asumido:

  • Equilibrar la oración, el trabajo y la reflexión con el silencio interior, la soledad y la contemplación.
  • Mantener una actitud abierta a la escucha y al diálogo.
  • Vivir con un espíritu de amor hacia los que nos rodean y servir como reflejo de equilibrio, compasión y caritas en todas nuestras relaciones.
  • Ser testigos de la fidelidad al compromiso.

La vida contemplativa conduce a una mayor conciencia del mundo, y porque ser cisterciense en el mundo es nuestra forma de vocación cristiana, nuestra misión es encarnar el carisma cisterciense fuera de los muros del monasterio: ser el eco de la campana del monasterio que resuena en el mundo. Somos mensajeros de la contemplación y testigos de la comunidad y la comunión. Estamos comprometidos a ejercer una justa administración de todos los recursos y a manifestar respeto y amor por toda la creación.

Al sumergirnos en nuestras vocaciones con sinceridad y fidelidad, el deseo de dar testimonio y estar al servicio surge natural y espontáneamente de corazones agradecidos que desean compartir generosamente y gratuitamente los dones que recibimos. El contexto social en el que vivimos influye en la forma en que buscamos comprometernos con el «mundo». Compartir el carisma tanto por nuestra forma de ser como por nuestra forma de actuar.

En la práctica, esto puede realizarse de muchas maneras, por lo que tratamos de dar testimonio:

  • Fomentando el compromiso ecuménico e interreligioso activo.
  • Haciéndonos presentes en las necesidades de nuestros hermanos y hermanas más cercanos, individualmente y como grupo.
  • Practicando la misericordia y la compasión con todos los que nos encontramos.
  • Viviendo juntos como una sola familia en Dios en el mundo.

Tratamos de servir:

  • Expresando activamente un sentido comunitario en todos los aspectos de nuestra vida.
  • Fomentando una relación de servicio con la comunidad monástica.
  • Ofreciendo hospitalidad y servicio entre nosotros tanto como asociados en nuestras comunidades locales como individualmente.
  • Servir a la Iglesia y al Pueblo de Dios.

Es en el seno de nuestras comunidades laicas donde toma forma nuestra formación. Son lugares de conversión permanente y escuelas de caridad donde nos fortalecemos con el acompañamiento y la oración común de nuestros formadores monásticos. Compartir noticias, logros y dificultades y rezar unos por otros nos une en un vínculo común. De este modo, nuestra vida bautismal puede florecer y crecer mientras nuestras vocaciones laicas cistercienses se fortalecen con nuestra comunión y se alimentan con nuestra oración.

La libertad interior que es fruto de la vida contemplativa laica cisterciense permite un diálogo honesto y compasivo con el mundo en el que vivimos. Es en ese diálogo donde se realiza nuestra vocación; abarcando toda la realidad de nuestras vidas a la luz de la Realidad Divina que abarca toda la creación.


Nuestros encuentros mensuales (Historia y Funcionamiento) son mediaciones que nos conforman y enriquecen, tanto a nivel personal como comunitario.
Si sientes la inquietud por conocernos más o la invitación a compartir este fecundo camino con nosotros, no dudes el ponerte en contacto (fraternidad.laicos.sobrado@gmail.com)

Asociación Internacional de Comunidades Laicas Cistercienses